EL COMPLEJO DE EDIPO
Para ahondar en la comprensión del fetichismo es necesario
abordar el complejo de Edipo, como señala Bleichmar (Introducción al estudio de las perversiones: La
teoría del Edipo en Freud y Lacan, 1980, pág. 19)
“si el Edipo interviene determinando el tipo de elección de
objeto, la identidad del sujeto, como éste y su deseo se constituyen, sus
mecanismos de defensa, la perversión [en este caso el fetichismo] que implica
una determinada identidad, una posición frente al deseo, una elección de
objeto, estará entonces marcada por el Edipo.”
Para lograrlo tomaremos como base la descripción del Edipo
desde Jacques Lacan hecha por Hugo Bleichmar (1980) en el libro Introducción al estudio de las perversiones:
La teoría del Edipo en Freud y Lacan[1].
Para poder comprenderlo a profundidad hay que definir algunos conceptos que
resultan fundamentales en el complejo, a continuación iremos abordando de
manera progresiva estos conceptos y explicándolos de forma breve y clara.
Para Lacan, el Edipo es una estructura intersubjetiva que
genera efectos en las representaciones de los sujetos que la integran. La estructura
hace referencia a posiciones o lugares que pueden ser ocupados en algún momento
por diversos personajes, los involucrados irán circulando en las posiciones y
al ejercer el rol irán tomando las funciones y las propiedades que
correspondan. Es también una relación entre variables [todas dependientes en el
Edipo Lacaniano] en constante interrelación y correspondencia. Sumado a la
circulación de posiciones, describe Lacan la circulación de “algo” que otorga
un valor al individuo en cuanto lo tiene, pero también puede perder. Ese “algo”
hace alusión al falo que permite al sujeto sentirse completo, perfecto al estar
cargado del máximo valor narcisista. Lacan (Bleichmar, 1980) aporta dos
definiciones del falo: 1) “el falo es el significante de una falta”; 2) “el
falo es el significante del deseo”. El significante es para Lacan una “traza
material” una imagen o huella que puede ser percibida y que es única y
diferenciable. Este significante aparece como reemplazo de algo que falta, una
cosa que está ausente, en otras palabras, a falta del existente se inscribe el
significante (el ausente) como si de una ilusión se tratase.
Lacan describe el Complejo de Edipo en tres tiempos; en el
primer tiempo se encuentran involucrados dos personajes: por un lado el niño,
el cual, en su dependencia de amor desea convertirse en el objeto de deseo de
la madre, el niño identifica el deseo de la madre como propio. La madre le
otorga el lenguaje al niño para que éste pueda expresar sus necesidades, pero al
carecer de lenguaje debe ser la madre la que lea y construya las necesidades
del niño y el niño lee sus necesidades en la madre, lo que le sucede a ella, le
sucede también a él. El hijo representa el falo de la madre, la hace sentir
completa, plena, encuentra en su hijo la ilusión de satisfacer todas aquellas
necesidades insatisfechas.
En el segundo tiempo del Edipo, dice Lacan “en las
formaciones del inconsciente” (Bleichmar, 1980) “el padre interviene
efectivamente como privador de la madre en doble sentido, en tanto priva al
niño del objeto de su deseo y en tanto priva a la madre de su objeto fálico.”
El padre entonces aparece como un padre falo, poseedor de la ley [regulación
del deseo y de la voluntad de los individuos] demanda el afecto y la atención
de la madre. El falo de la madre pasa a ser el padre y ésta privación del
afecto hacia el hijo (colapso narcisista) permite que el niño reconozca que el
falo es externo a cualquier individuo, incluso a él mismo (castración simbólica) permitiendo que no quede dependiente del
deseo de la madre en esa relación simbiótica y pueda empezar a desarrollarse
como individuo.
En el tercer tiempo
del Edipo “quedan instauradas la ley y el falo como instancias que están más
allá de cualquier personaje. El hijo no es el falo, es decir, pasa de
identificarse con el Yo ideal a identificarse con el ideal del Yo, a ocupar un
lugar, a ejercer una función, a tener un papel tipificado. Los sujetos quedan
inscritos en la norma de la cultura (normativización), castrando al niño a la
madre y al padre. Este último en representación de la cultura permite al hijo
el desarrollo de la sexualidad con la prohibición del incesto pero
posibilitando las relaciones sexuales con otras mujeres. El niño, entonces,
determina su identidad sexual, no por “la observación de la propia anatomía,
sino que se llega a ser aquello que se es” (Bleichmar, 1980) .
[1] La explicación del Complejo de Edipo hecha por Lacan es explicada a
fondo por Bleichmar (1980) en
Introducción al estudio de las perversiones: La teoría del Edipo en Freud y
Lacan. Para lograr una comprensión más amplia y profunda es recomendable
remitirse a la fuente original.