EL FETICHE
ESCRITO POR: Jairo David Garcés Lozano
El fetiche hace referencia a una elección de "objeto anormal" (entiéndase este concepto dentro del marco teórico psicoanalítico),
“el objeto sexual normal es sustituido por otro que guarda relación con él,
pero es completamente inapropiado para servir de meta sexual normal” (Freud,
Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 139) debido a
circunstancias contingentes. Y a una desviación de la meta sexual de índole
anormal, puesto que se considera que la meta normal es la unión de los
genitales en el coito “que lleva al alivio de la tensión sexual y a la
extinción temporaria de la pulsión sexual” (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 136) .
El sujeto no percibe el fetiche como un síntoma el cual le
produzca padecimiento alguno, por el contrario, se siente bien con él y hace
más fácil su vida amorosa. Por lo tanto, cumple un papel subsidiario como
refuerzo del diagnóstico principal (Freud, Obras
Completas Vol XXI, 1927, pág. 147) .
Freud (1905) diferencia la condición fetichista, del
fetichismo. La primera hace alusión a las exigencias que se le hacen al objeto,
a las características significativas que debe cumplir para el individuo, para
que pueda alcanzarse la meta sexual (la acción hacia la cual esfuerza la
pulsión). El fetichismo es la extensión de la meta sexual normal pues el
individuo no renuncia al coito, sino a la meta normal del mismo (unión de los
genitales) y la sustitución del objeto sexual normal (persona de la que parte
la atracción sexual) por el objeto que guarda una condición fetichista.
El fetiche en su propósito, opera como un sustituto “de un
pene determinado, muy particular, que ha tenido gran significatividad en la
primera infancia, pero se perdió más tarde” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 147) . Este objeto que “normalmente
debería ser resignado pero el fetiche está destinado a preservarlo de su
sepultamiento” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 147) es elegido primordialmente
por una impresión sexual recibida durante la primera infancia y en otros casos
por una “conexión simbólica de pensamientos” generalmente inconsciente (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905) . El objeto perdido
es “el falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al que no
quiere renunciar” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 148) el cual es
sustituido en el fetiche por medio del desplazamiento.
El fetiche, plantea Freud (Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 148) , funciona de la
siguiente manera: el niño percibe que la madre al igual que él, posee un pene,
la madre es por lo tanto completa. Eventualmente el niño descubre que la madre
no posee pene, y piensa que este ha sido cortado precisamente por el padre
quien representa la autoridad. El pene tiene una carga narcisista impregnada,
puesto que el niño lo considera una parte esencial de la imagen del Yo, y la
amenaza de castración pone en peligro esa imagen generando una gran angustia en
el niño, “si la mujer está castrada, su propia posesión de pene corre entonces
un gran peligro”.
En el desarrollo del fetiche el niño hace en primer lugar
“un desplazamiento del falo prejuzgado como existente hacia algo que está
contiguo témporo-espacialmente [o por similitud]” (Bleichmar, 1980) en el último
instante en el que la madre podía seguir siendo considerada fálica. Adviene
entonces una renegación (mecanismo psíquico por el cual todo niño se protege de
la amenaza de la castración; repudia, desmiente, reniega por lo tanto de la
ausencia de pene en la niña, la mujer, la madre y cree por un tiempo en la
existencia del falo materno) de la representación y reprime el afecto (libido)
ligado a la misma, operando entonces como un mecanismo de defensa ante la
angustia de la castración.
Con la represión sobrevenida adviene como “stigma indelebile […] la enajenación respecto de los reales genitales
femeninos” (aversión contra todo órgano genital femenino real) (Freud,
Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 149)
Por efecto de estos mecanismos de defensa del psiquismo,
representación y afecto son dirigidos al inconsciente, donde el sujeto
fetichista reemplaza el pene de la mujer por un sustituto que hereda el interés
antes dirigido al falo, pero aumentado en intensidad por efecto de la huella
mnémica creada por la angustia de castración. “En lo psíquico la mujer sigue
teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro lo
ha reemplazado; fue designado su sustituto, por así decir, que entonces hereda
el interés que se había dirigido al primero” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 149) . Dando como
resultado un desenlace patológico, donde la suspensión del proceso de
castración retiene como fetiche la última impresión a la traumática, la ominosa
(abominable, despreciable). En su trabajo “Tres ensayos de teoría sexual (las
aberraciones sexuales)” (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 139) advierte Freud: “El
sustituto del objeto sexual es, en general, una parte del cuerpo muy poco
apropiada a un fin sexual (el pie, los cabellos), o un objeto inanimado que
mantiene una relación demostrable con la persona sexual, preferiblemente con la
sexualidad de esta (prenda de vestir, ropa interior)”.
Cabe advertir que el fetiche solamente es considerado
patológico cuando la pulsión sexual es fijada en el objeto anormal y reemplaza
la meta sexual normal de forma exclusiva; y cuando el objeto se desprende
completamente de la persona determinada y se transforma en un objeto sexual por
sí mismo (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 140) . Los actos
fetichistas suelen encontrarse incluidos en las relaciones sexuales normales
como refuerzo preliminar del acto sexual, el tocar, el mirar, infligir dolor o
recibirlo, el uso de los labios para la estimulación erótica, la estimulación
anal, entre otros; aumentan la excitación y son fuentes de placer.
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