jueves, 24 de septiembre de 2015

EL FETICHE


EL FETICHE
ESCRITO POR: Jairo David Garcés Lozano

El fetiche hace referencia a una elección de "objeto anormal" (entiéndase este concepto dentro del marco teórico psicoanalítico), “el objeto sexual normal es sustituido por otro que guarda relación con él, pero es completamente inapropiado para servir de meta sexual normal” (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 139) debido a circunstancias contingentes. Y a una desviación de la meta sexual de índole anormal, puesto que se considera que la meta normal es la unión de los genitales en el coito “que lleva al alivio de la tensión sexual y a la extinción temporaria de la pulsión sexual” (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 136).

El sujeto no percibe el fetiche como un síntoma el cual le produzca padecimiento alguno, por el contrario, se siente bien con él y hace más fácil su vida amorosa. Por lo tanto, cumple un papel subsidiario como refuerzo del diagnóstico principal (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 147).

Freud (1905) diferencia la condición fetichista, del fetichismo. La primera hace alusión a las exigencias que se le hacen al objeto, a las características significativas que debe cumplir para el individuo, para que pueda alcanzarse la meta sexual (la acción hacia la cual esfuerza la pulsión). El fetichismo es la extensión de la meta sexual normal pues el individuo no renuncia al coito, sino a la meta normal del mismo (unión de los genitales) y la sustitución del objeto sexual normal (persona de la que parte la atracción sexual) por el objeto que guarda una condición fetichista.

El fetiche en su propósito, opera como un sustituto “de un pene determinado, muy particular, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero se perdió más tarde” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 147). Este objeto que “normalmente debería ser resignado pero el fetiche está destinado a preservarlo de su sepultamiento” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 147) es elegido primordialmente por una impresión sexual recibida durante la primera infancia y en otros casos por una “conexión simbólica de pensamientos” generalmente inconsciente (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905). El objeto perdido es “el falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha creído y al que no quiere renunciar” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 148) el cual es sustituido en el fetiche por medio del desplazamiento.

El fetiche, plantea Freud (Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 148), funciona de la siguiente manera: el niño percibe que la madre al igual que él, posee un pene, la madre es por lo tanto completa. Eventualmente el niño descubre que la madre no posee pene, y piensa que este ha sido cortado precisamente por el padre quien representa la autoridad. El pene tiene una carga narcisista impregnada, puesto que el niño lo considera una parte esencial de la imagen del Yo, y la amenaza de castración pone en peligro esa imagen generando una gran angustia en el niño, “si la mujer está castrada, su propia posesión de pene corre entonces un gran peligro”.

En el desarrollo del fetiche el niño hace en primer lugar “un desplazamiento del falo prejuzgado como existente hacia algo que está contiguo témporo-espacialmente [o por similitud]” (Bleichmar, 1980) en el último instante en el que la madre podía seguir siendo considerada fálica. Adviene entonces una renegación (mecanismo psíquico por el cual todo niño se protege de la amenaza de la castración; repudia, desmiente, reniega por lo tanto de la ausencia de pene en la niña, la mujer, la madre y cree por un tiempo en la existencia del falo materno) de la representación y reprime el afecto (libido) ligado a la misma, operando entonces como un mecanismo de defensa ante la angustia de la castración.

Con la represión sobrevenida adviene como “stigma indelebile […] la enajenación respecto de los reales genitales femeninos” (aversión contra todo órgano genital femenino real) (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 149)

Por efecto de estos mecanismos de defensa del psiquismo, representación y afecto son dirigidos al inconsciente, donde el sujeto fetichista reemplaza el pene de la mujer por un sustituto que hereda el interés antes dirigido al falo, pero aumentado en intensidad por efecto de la huella mnémica creada por la angustia de castración. “En lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que antes era. Algo otro lo ha reemplazado; fue designado su sustituto, por así decir, que entonces hereda el interés que se había dirigido al primero” (Freud, Obras Completas Vol XXI, 1927, pág. 149). Dando como resultado un desenlace patológico, donde la suspensión del proceso de castración retiene como fetiche la última impresión a la traumática, la ominosa (abominable, despreciable). En su trabajo “Tres ensayos de teoría sexual (las aberraciones sexuales)” (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 139) advierte Freud: “El sustituto del objeto sexual es, en general, una parte del cuerpo muy poco apropiada a un fin sexual (el pie, los cabellos), o un objeto inanimado que mantiene una relación demostrable con la persona sexual, preferiblemente con la sexualidad de esta (prenda de vestir, ropa interior)”.


Cabe advertir que el fetiche solamente es considerado patológico cuando la pulsión sexual es fijada en el objeto anormal y reemplaza la meta sexual normal de forma exclusiva; y cuando el objeto se desprende completamente de la persona determinada y se transforma en un objeto sexual por sí mismo (Freud, Obras Completas Vol. VII, 1905, pág. 140). Los actos fetichistas suelen encontrarse incluidos en las relaciones sexuales normales como refuerzo preliminar del acto sexual, el tocar, el mirar, infligir dolor o recibirlo, el uso de los labios para la estimulación erótica, la estimulación anal, entre otros; aumentan la excitación y son fuentes de placer.


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