domingo, 27 de septiembre de 2015

EL COMPLEJO DE EDIPO

EL COMPLEJO DE EDIPO

Para ahondar en la comprensión del fetichismo es necesario abordar el complejo de Edipo, como señala Bleichmar (Introducción al estudio de las perversiones: La teoría del Edipo en Freud y Lacan, 1980, pág. 19)

“si el Edipo interviene determinando el tipo de elección de objeto, la identidad del sujeto, como éste y su deseo se constituyen, sus mecanismos de defensa, la perversión [en este caso el fetichismo] que implica una determinada identidad, una posición frente al deseo, una elección de objeto, estará entonces marcada por el Edipo.”
Para lograrlo tomaremos como base la descripción del Edipo desde Jacques Lacan hecha por Hugo Bleichmar (1980) en el libro Introducción al estudio de las perversiones: La teoría del Edipo en Freud y Lacan[1]. Para poder comprenderlo a profundidad hay que definir algunos conceptos que resultan fundamentales en el complejo, a continuación iremos abordando de manera progresiva estos conceptos y explicándolos de forma breve y clara.

Para Lacan, el Edipo es una estructura intersubjetiva que genera efectos en las representaciones de los sujetos que la integran. La estructura hace referencia a posiciones o lugares que pueden ser ocupados en algún momento por diversos personajes, los involucrados irán circulando en las posiciones y al ejercer el rol irán tomando las funciones y las propiedades que correspondan. Es también una relación entre variables [todas dependientes en el Edipo Lacaniano] en constante interrelación y correspondencia. Sumado a la circulación de posiciones, describe Lacan la circulación de “algo” que otorga un valor al individuo en cuanto lo tiene, pero también puede perder. Ese “algo” hace alusión al falo que permite al sujeto sentirse completo, perfecto al estar cargado del máximo valor narcisista. Lacan (Bleichmar, 1980) aporta dos definiciones del falo: 1) “el falo es el significante de una falta”; 2) “el falo es el significante del deseo”. El significante es para Lacan una “traza material” una imagen o huella que puede ser percibida y que es única y diferenciable. Este significante aparece como reemplazo de algo que falta, una cosa que está ausente, en otras palabras, a falta del existente se inscribe el significante (el ausente) como si de una ilusión se tratase.

Lacan describe el Complejo de Edipo en tres tiempos; en el primer tiempo se encuentran involucrados dos personajes: por un lado el niño, el cual, en su dependencia de amor desea convertirse en el objeto de deseo de la madre, el niño identifica el deseo de la madre como propio. La madre le otorga el lenguaje al niño para que éste pueda expresar sus necesidades, pero al carecer de lenguaje debe ser la madre la que lea y construya las necesidades del niño y el niño lee sus necesidades en la madre, lo que le sucede a ella, le sucede también a él. El hijo representa el falo de la madre, la hace sentir completa, plena, encuentra en su hijo la ilusión de satisfacer todas aquellas necesidades insatisfechas.

En el segundo tiempo del Edipo, dice Lacan “en las formaciones del inconsciente” (Bleichmar, 1980) “el padre interviene efectivamente como privador de la madre en doble sentido, en tanto priva al niño del objeto de su deseo y en tanto priva a la madre de su objeto fálico.” El padre entonces aparece como un padre falo, poseedor de la ley [regulación del deseo y de la voluntad de los individuos] demanda el afecto y la atención de la madre. El falo de la madre pasa a ser el padre y ésta privación del afecto hacia el hijo (colapso narcisista) permite que el niño reconozca que el falo es externo a cualquier individuo, incluso a él mismo (castración simbólica)  permitiendo que no quede dependiente del deseo de la madre en esa relación simbiótica y pueda empezar a desarrollarse como individuo.

En el tercer tiempo del Edipo “quedan instauradas la ley y el falo como instancias que están más allá de cualquier personaje. El hijo no es el falo, es decir, pasa de identificarse con el Yo ideal a identificarse con el ideal del Yo, a ocupar un lugar, a ejercer una función, a tener un papel tipificado. Los sujetos quedan inscritos en la norma de la cultura (normativización), castrando al niño a la madre y al padre. Este último en representación de la cultura permite al hijo el desarrollo de la sexualidad con la prohibición del incesto pero posibilitando las relaciones sexuales con otras mujeres. El niño, entonces, determina su identidad sexual, no por “la observación de la propia anatomía, sino que se llega a ser aquello que se es” (Bleichmar, 1980).


[1] La explicación del Complejo de Edipo hecha por Lacan es explicada a fondo por Bleichmar (1980) en Introducción al estudio de las perversiones: La teoría del Edipo en Freud y Lacan. Para lograr una comprensión más amplia y profunda es recomendable remitirse a la fuente original.

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